La Fórmula 1 es en esencia un negocio. Un negocio multimillonario que arrastra pasiones, filias, fobias, a cadenas de televisión, carreristas, fabricantes de coches, patrocineitors plantados en la globalidad, y con todos ellos un marasmo de intereses cruzados que depende en gran medida del conjunto de la imagen de todo esto. Que se corra en Bahréin o no no es excesivamente importante para el conjunto; si la temporada más larga de la historia tiene una carrera más o menos tan sólo sería echado de menos en caso de 'necesidad' por alguno de los pilotos si se está jugando un título (que bien le hubiera venido una carrera más a ALO el año pasado), pero el grueso de la competición ni siente ni padece, a menos que echemos cuentas de quien gana si se corre en Bahrein, o Bahrain, o Baréin o como quiera que se diga.
Se corre en el circuito de Shakir porque Bernie pasa la gorra de la F1 por valor de 40 minolles de lebros, dineros cojonudos que le hacen cuadrar sus cuentas en un momento muy especial, puesto que se baraja la posibilidad de vender la burra. CVC Capital Partners, propietarios del Cortijo venderían a buen precio -se habla de 1.500 minolles de lebros- si encontrasen un buen postor, y cuando alguien quiere vender un coche de segunda mano, lo primero que hace es lavarlo. Este lavado consistiría en demostrar el poder y capacidad que tienen sus rectores en sobreponerse a problemas políticos, étnicos o del tipo que sea… Esta vez la F1 ha estado por encima de vientos, mareas, e intentonas de guerras civiles, lo que de cara a la galería el negocio demuestra su poderío y solvencia planetaria.
El segundo beneficiado en este jaleo es el gobierno local. El modelo político de las 33 islas que constituyen el emirato de Bahréin es la monarquía constitucional, un buen mote para decir que hay un rey que ordena y manda con una megaélite, hijos, primos y demás farándula monástica que rige los designios del cerca de un millón de ciudadanos censados. A estos colegas Dios… bueno, Alá, les mandó el dinero por castigo pero lo reparten mal, o al menos esto piensan los manifestantes que con cierta algarada y dura respuesta por parte de las fuerzas del orden protestaron un par de semanas antes de la carrera inaugural. La sangre si llegó al río y los dueños del país hasta llegaron a echar mano de la Army de países vecinos viendo la que se estaba liando. El tema tiñó de rojo las calles de Manama y fue triste, muy triste ver los telediarios con muertos tirados por las calles con una movida similar a nuestra #Acampadasol pero con una respuesta mucho más bestia. Ahora el gobierno de Bahréin quiere esta carrera a toda costa no para salir por la tele y atraer turismo, inversiones o darse pisto, sino para demostrar al mundo que todo está en orden en su tierra, que su gente es feliz, y que tienen lo que hay que tener para sujetar estas cosillas.
Hasta aquí los que quieren ganar, pero… ¿y el resto, los que no gana nada?. No pensamos que Bernie Ecclestone tenga o no conciencia, nos consta que la tiene, por eso sabemos que aún debe estar resonando en su cabeza el eco de una pancarta vista tanto en las manifestaciones como millones de veces replicada en el ciberespacio en la que una chica decía más o menos que "habiendo muertos por las calles, a quien le importaba una estúpida carrera de coches", y no le faltaba razón… pero pasado lo peor de la tormenta también es justo pensar que el mundo no puede quedarse parado y seguir su marcha habitual. A pesar de todo, entre la ciudadanía local se entrevé más animadversión que simpatía en un espectáculo que les resulta ajeno y prueba de ello es la escasez de entradas vendidas cada año en una de las pruebas menos atendidas por el respetable.
El calendario se ha movido a finales de año para dar espacio a la carrera árabe desplazando a la de India, lo que ya toca aquello porque ahora hay que cambiar reservas de hoteles en ambas partes, alquileres de coches, carpas, camiones, servicios accesorios, billetes de avión, de carga pesada, etcétera, etcétera, y un etcétera más. Los equipos están que trinan, no porque esto descoloque sus presupuestos o sus encargados de la logística estén haciendo cubos de Rubik con las orejas sino porque ahora el calendario se alarga de manera que casi nos vamos a comer las uvas viendo carreras, azafatas disfrazadas de Mama Noël, y los tres Reyes Magos entregando los trofeos en el podium. El problema, no, el problemón reside es que las vacaciones de 2011 en las escuderías se las van a tener que tomar en 2013, porque ya no quedan días en el calendario, y eso deja a los chicos muy muy calientes, y a los equipos muy descolocados en una época de reducción de plantillas por aquello del ahorro.
Para finalizar, y a nuestro entender, lo peor de todo no es nada de esto sino algo que los años y la historia juzgarán con dureza: se ha impuesto los intereses de una parte menor a los de una sociedad, a los de la gente, y no nos referimos al tema dinerario o político, sino al de la imagen que da la monarquía autoritaria y el respeto a sus conciudadanos. La clave la dio ayer Mark Webber a través de su Twitter, haciéndose eco del sentir en su equipo, Red Bull, que no quiere ir a Bahréin pero no le queda más hue***s que ir. El australiano diú que "no se debería ir a montar el show a donde hay gente sufriendo", -la frase no es exacta pero la idea que transmitía era más o menos esta-. La clave es que los bahreiníes de a pie darán la espalda a este evento, se ganarán su antipatía y terminarán dejando la grada más pelada aún que antes. Si esto se monta para darse pisto y colocarse en la esfera internacional, antes, en las tierras donde se disputa un evento planetario ha de imperar el derecho planetario propio de nuestro tiempo… nuestro tiempo occidental, no el árabe.
Afortunadamente estos derechos, deberes y medidas de lo correcto parten de occidente y especialmente la vieja Europa, lugar donde nació la categoría y donde la vida de la persona, el debido trato a la ciudadanía si tienen importancia. Bernie puede llevar si lo desea sus carreras a Irak, Afghanistán o Corea del Norte, pero mientras en estos lugares lapiden a mujeres por el hecho de no obedecer a sus maridos, cuelguen del cuello a homosexuales o corten de cuajo las manos a un carterista quedarán lejos, muy lejos de convenir a patrocinadores, equipos, marcas o anunciantes… y sobre todo, a la gente, al público medio. Este tipo de cosas adquieren cada vez mayor peso en la conciencia de las gentes gracias a las ONG, Internet, los defensores de los derechos, etc, y horadar las mentes de los principales clientes que tiene la F1, su público, es cortar la hierba que crece bajo los pies del negocio, porque algún día dirán 'hasta aquí' y #Acampadasol podría llegar a ser #AcampadaBernie. ¿Que pasará cuando prensa la chispa y nadie compre champán Mumm, coches Renault, Jeans del amigo Pepe o el Red Bull se tire por el retrete sin vender y pasado de fecha?. Pasará algo chungo, feo y poco creativo, a menos que Ecclestone se mire un poco más con quien y como se junta… o el destino donde se disputen las carreras se metan un poco más en el Siglo XXI.
En el informe que ha hecho Carlos Gracia con visita al lugar de los hechos para dar el visto bueno por la FIA queda claro que las aguas se han calmado, pero no podemos olvidar que las fuerzas del orden del emirato disparan con munición de guerra a manifestantes. Algo así equivaldría a la caída automática de un gobierno en la vieja Europa. Vaya, por fin exportamos algo realmente bueno: la vergüenza, la educación, el respeto a rajatabla de los derechos humanos. Ojalá nos compren los clientes de Ecclestone. Todos los clientes de Ecclestone.
PD: No queremos que muera a hierro nadie, pero si la F1 es un buen árbol al que arrimarse, que todos los que en ella participen tengan la vergüenza necesaria de crecer en orden de marcha de donde nació este deporte. Así avanzaremos todos.
FUENTE: http://www.virutasdegoma.com